'Colmillo Blanco' en la fiebre del oro del Klondike
Las tierras del Yukón
Colmillo Blanco, el lobo ficticio de Jack London, nace en una cueva en las riberas del Yukón, en el extremo oeste del Canadá. El Yukón discurre imponente durante tres mil kilómetros, desde Alaska hasta el mar de Bering, entre montes silenciosos y bosques laberínticos. Los alces, antes de que los lobos y los osos se alimenten de ellos para sobrevivir al invierno, hunden sus hocicos en su lecho y beben. Los monumentales abetos, que dan de comer a los alces, se riegan por sus aguas y por la abundante humedad del ambiente y la nieve. Y, mientras todo aquello pasa, el Yukón arrastra por su cauce, junto con el limo y las hojas secas y los restos de animales muertos, minúsculas pepitas de oro.
Los hombres que llegaban a estas tierras traían minas de oro y ciudades, construcción de caminos y tala de bosques, pero en relación con el Yukón eran menudos. La actual provincia del Yukón suma unos 482.443 km2 de extensión. La fiebre del oro del Klondike llevó a unas 40.000 personas a estas tierras entre 1896 y 1899. Durante un invierno duro, un hombre podía andar días y días y días y encontrarse solo con nieve, imponentes perfiles de abetos y a lo mejor el suave rubor del viento. En el silencio, también, acechaba siempre la muerte.
London en la fiebre del oro del Klondike
London llegó al Yukón en 1897. Las noticias del descubrimiento de oro en la región se habían ido sucediendo desde la década de 1870 y 1880, pero sin llegar a ningún anuncio serio. Un día, en 1896, unos pioneros descubrieron oro en un arroyuelo tributario del Klondike que todavía llaman Bonanza, y las dimensiones del hallazgo parecieron superar a las de todas las anteriores. Unos meses después entraban en la bahía de San Francisco el Excelsior y el Portland, dos barcos que traían de vuelta a algunos de los pioneros del Klondike con más de un millón de dólares en oro (mil millones al cambio actual). London y su cuñado, que se encontraban en California en aquellos momentos, zarpaban unos días después en dirección a Canadá.
El camino hasta Dawson City, que acabó convirtiéndose en el centro neurálgico de la región, era tortuoso. Cientos de personas murieron por desprendimientos en los pasos montañosos, por el frío, enfermedades. La vida no era más sencilla una vez en el Yukón. En la misma Dawson City los nuevos pobladores murieron por cientos durante aquel invierno de la primera «estampida» de 1897: no había comida, faltaba el agua, los animales de tiro se sacrificaron para dar de comer a los perros. El mismo London sufrió de escorbuto, que aparece por falta de vitamina C, y finalmente abandonó por su culpa su aventura aurífera.
En la extensión salvaje los asentamientos eran escasos y la logística inexistente. Los viajes se demoraban días y dejaban al viajero expuesto a los elementos de la naturaleza, a los animales y a los hombres. El hombre estaba solo e incomunicado, y dependía de él mismo y como mucho de sus animales de tiro (perros de trineo) y de sus compañeros de viaje.
Las tierras del Yukón en Colmillo Blanco
Las tierras del Yukón eran un territorio hostil para el hombre y mucha de la gente que pobló aquellos valles y riberas no estaba preparada para afrontar ese tipo de vida. London vio todo aquello mientras vivió en Dawson City y lo llevó a sus cuentos y novelas.
En Colmillo Blanco London utiliza un tono frío y desapegado para desarrollar una buena parte del relato. Cuando habla de los hombres perdidos en la inmensidad de los bosques canadienses o cuando toma el Punto de Vista de los lobos, lo que se desprende de la narración es que nos encontramos ante un lugar hostil, cruel, desprovisto de emociones y cuyos designios han de cumplirse independientemente de los deseos del hombre o incluso del animal. Ambos viven y mueren, y luchan por vivir ante las dificultades impuestas por lo Salvaje, a veces irresolubles.
¿Y cómo representa London esta visión de la naturaleza? A través de tres elementos:
- El ritmo de los párrafos. Repeticiones léxicas, intertextualidad interna, puntuación y cambios de orden en los temas y los remas de las oraciones.
- La tipología narrativa. Expresada a través de la modalidad gramatical.
- La representación del estado de ánimo de los personajes. Sobre todo a través de sus diálogos, que deja a los hombres en el bando de los vivos en la lucha entre lo Salvaje y la vida.
Estos tres elementos constituyen tres problemas de traducción fundamentales que me gustaría analizar, porque cambian sustancialmente la forma en que la novela transmite sus significados.
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