¿Por qué traducir White Fang, de Jack London?
La historia de White Fang, Colmillo Blanco en español, es conocida por muchos en nuestro país a través de películas, series y libros para niños. En 1991 se filmó una popular adaptación, con Ethan Hawke de protagonista en el papel del joven Jack Conroy, en donde el chico trababa una trascendental amistad con el lobo Colmillo Blanco. Jack, tocayo de London, descubriría el verdadero significado de la amistad a través de su relación con Colmillo Blanco a la vez que, juntos, sorteaban las paradigmáticas dificultades que les imponían la naturaleza y los hombres.
Las variadas adaptaciones del libro nos han familiarizado con la obra de London. Colmillo Blanco es, además, la cara B de otra de sus obras, La llamada de lo salvaje, también generosamente adaptada. Aquí, Buck, un manso San Bernardo que vive despreocupado en el rancho de su amo en California, pasa por toda una serie de desgraciados y felices avatares hasta responder, cada vez con más seguridad, a la llamada de lo salvaje y abandonar finalmente todo vínculo con los humanos y vivir una vida animal e instintiva con una manada de lobos. Con Colmillo Blanco ocurre lo contrario: un cachorro de lobo nace en una oscura gruta en el duro invierno del Yukon, y su madre, una loba de portentosas proporciones, es adoptada por un grupo de nativoamericanos, llevándose con ella al cachorro. A partir de ese momento, Colmillo Blanco empieza su largo y arduo camino de domesticación, pasando por amos crueles, hambrunas y maltratos hasta llegar a las manos comprensivas de Weedon Scott, el dueño que le permitiría reconciliarse con los hombres.
Estas historias se han visto generalmente como fábulas, de ahí las adaptaciones infantiles. Aun así, por encima de otros aspectos del cuento, el estilo y el ritmo de la obra le imprimen una profundidad que la convierte en verdadero testimonio de la vida de Jack London. Los Puntos de Vista que London utiliza en la novela, los recursos gramaticales que emplea para tomar distancia de los personajes y volver despersonalizada e incierta la historia y el punto de vista del narrador, las diferentes variedades del discurso que jalonan constantemente los párrafos para focalizar a los personajes, o hasta el uso de recursos intertextuales o los cambios en el tema y el rema de las oraciones le dan un significado que merece ser conservado. London, nacido en la segunda mitad del XIX, ve la Naturaleza (Lo Salvaje), no como una madre o como un aliado, sino como algo brutal e incomprensible; como un personaje con su propia idiosincrasia, ajeno tanto al hombre como al lobo, con el cual ambos tienen que luchar por sobrevivir. Lo Salvaje no tiene culpa, por supuesto, ni ellos tampoco, pues simplemente cumplen con los papeles que les han sido asignados.
Es una exposición de nihilismo filosófico, y London, que
trabajó en fábricas y recolectó ilegalmente ostras, que fue vagabundo y
marinero y buscó oro en la región de Klondike, en Canadá, en el salvaje y cruel
Yukon, encontró en la escritura la forma de hacer descansar las vivencias y la
gente que había conocido a lo largo de todo aquel tiempo.
Hay una traducción que tomo de referencia y que trato de mejorar. Me refiero, con especial respeto y consideración, a la realizada por María del Mar Hernández en el 2004 y publicada en Alianza Editorial y otros sellos y colecciones. El texto de María del Mar Hernández es una traducción concienzuda y muy trabajada, y salta a la vista para cualquier lector en español que es una obra de calidad y coherente, pero creo que no responde bien a algunas de las cuestiones que he planteado. Para darles respuesta, he tratado de sistematizar los problemas de traducción y darles solución tomando como referencia un modelo estructurado sobre estilística. He clasificado los problemas de traducción, los he estudiado y he puesto en comparación la nueva traducción con la antigua, y creo que con buenos resultados.
Por lo demás, aquí iré volcando el estudio y las muestras del texto, y, por supuesto, estoy abierto a sugerencias o recomendaciones.
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